Al comienzo de este curso escolar, os conté en este post mi situación de vulnerabilidad ante el COVID, y mi desesperación al ver que tenía que volver a las aulas presencialmente sin ninguna alternativa. Gracias de corazón por todas las muestras de cariño y apoyo que me distéis.
Desde entonces, muchos/as de vosotros/as me habéis escrito por privado, o llamado, para preguntar cómo iba mi situación y os he ido poniendo al día. Pero ya ha llegado el momento que os cuente abiertamente por aquí todo lo que he pasado durante estos meses y ayer adelanté algo por mis Stories de Instagram.
El día 15 de septiembre, cuando comenzaban las clases presenciales, tenía cita con mi médico de cabecera. Como ya os imagináis, le mostré la carta recibida por el área de Vigilancia de la Salud que me obligaba a dar clase presencial. Así que mi médico, tras ver el informe de mi neumólogo, que dejaba bien claro que si pillaba COVID no lo superaría y que exigía que se adaptara mi puesto de trabajo, me dio de baja y me indicaba que reclamara nuevamente la adaptación de mi puesto de trabajo a que fuera online dada mi situación de alta vulnerabilidad ante el COVID.
Estando de baja, me llamó la inspección médica, preparé toda la documentación médica que tenía. Llegué a recopilar informes desde el 2010: un total de 25 ingresos hospitalarios en urgencias, 21 por bronquitis y 2 por neumonía, 2 bronquiectasias, además de todos los informes de neumología, revisiones, etc. La última bronquitis que tuve incluso fui tratada con Meiact en urgencias, que es el antibiótico que se administra para las neumonías.
Cuando llegué allí mostré mis informes médicos, pero no los quisieron ver, solamente me pidieron mi último informe de neumología que indicaba mi vulnerabilidad y mi adaptación al puesto. Desde inspección médica me decían que la adaptación al puesto no dependía de ellos, que dependía de Vigilancia de la Salud, pero que me hiciera la idea de que no me iban a dar teletrabajo, que para los docentes no hay teletrabajo, que lo que harían es darme la baja mientras estuviera la pandemia. Tal cual me dijo.
Hubo un momento que rompí a llorar, indicándole que era una persona sobradamente preparada para teletrabajar y que yo no quiero estar de baja, sino que quiero seguir viva porque no sobreviviría al COVID. El inspector me insistió que me olvidara de teletrabajo, que la administración no me lo iba a dar. Me indicó que con una mascarilla podía dar clase perfectamente. En ese instante tuve que contestarle que estoy «acojonada» de la situación con lo que tengo, y que si me daban de alta sin adaptación al puesto de trabajo, que interpondría una demanda.
En pleno llanto, ahogándome allí con la mascarilla, finalmente la inspección médica me dejó un mes más de baja a esperas de que Vigilancia de la Salud resolviera mi segunda reclamación. Así que en noviembre llegó esa resolución, la cual llegó denegada como ya me avisaba el inspector médico. Me indicaban en un escrito que no se me adaptaba el puesto de trabajo, que me tenía que incorporar al puesto de trabajo con el EPI correspondiente. ¿Cómo? No daba crédito.
No os imagináis lo que lloré con ese escrito, al cual me hacían incorporarme al día siguiente al aula. Así que la única solución que me ha quedado es pedirme desde ese momento un permiso sin sueldo de 3 meses para evitar incorporarme al aula y que siguiera la persona que me está sustituyendo en clase con mi alumnado. Para mí lo sencillo habría sido acogerme a la huelga que había convocada en Andalucía este primer trimestre, pero dejaba a mi alumnado sin un profesor/a sustituto y a mis compañeros/as haciendo guardias en mis clase, no me parecía. Decidí por eso, tomar el permiso.
Así que mi sindicato me ha puesto un abogado y he presentado una demanda a la Junta de Andalucía. Lo más triste de esto, es que no soy la única profesora en esta situación, somos 5 profesores en mi sindicato los que hemos tenido que presentar una demanda, ya que se niegan a adaptarnos el puesto de trabajo. ¿De verdad que no hay forma de adaptarnos el puesto de trabajo? ¡Tantos docentes vulnerables no somos!
¿Cuál es el siguiente paso? Esperar, no me queda otra. No me queda otra que salga esta demanda adelante, algo que me llevará meses, o quizá años. He vuelto a mi neumólogo, ya que tengo revisión cada 3 meses, y no daba crédito de lo que me han hecho. Ha vuelto a realizarme informes para esta demanda demostrando mi alta vulnerabilidad ante el COVID al tener discinesia ciliar primaria.
Hay gente que me comenta, «bueno Rosa, ya hay vacuna a la vista, estate tranquila». Pero bien claro me lo dejó el otro día mi neumólogo: «los últimos en vacunar van a ser los/as niños/as, y que estés vacunada, no estás fuera de peligro. Rosa, queda pandemia para un largo tiempo, tienes que luchar por tus derechos, porque este virus muta, vamos a tener coronavirus presente durante tiempo, y tu salud no es compatible con clases presenciales y un coronavirus, plantéate que ahora mismo tienes que quitarte de las aulas aunque esto te duela muchísimo». Duele mucho oír esto, pero es la realidad que tengo.
Esta conversación me hizo pensar, pues cierto es, yo estuve vacunada de la tos ferina y acabé teniendo tos ferina, lo mismo con el sarampión. Mi enfermedad no es compatible con la situación actual, tengo que luchar por mis derechos, no entiendo por qué la administración, en concreto la Junta de Andalucía no adapta el puesto de trabajo a los docentes vulnerables. ¿Es inviable la figura de un docente online? ¿Por qué? en otras comunidades se está haciendo y aquí no. Llevo ya 11 años en este puesto de trabajo, y me quedan otros 31 años en la docencia si me tengo que jubilar con 67 años. O lucho por mi situación, o habrá otra ola, otro coronavirus, otra pandemia, y no nos adaptan el puesto de trabajo la administración, cuando por ley tienen que hacerlo.
No es por dármelas de importante, pero creo que soy una figura que ahora el profesorado necesita para implementar las TIC en el aula, tenerme sin trabajo es como «tenerme en el banquillo el día de un gran partido», cómo bien me decía el otro día un amigo. No puedo entenderlo. Sigo sin entenderlo, llorando por dentro y echando de menos muchísimo poder dar clase.
¿Y cuándo se me acaben estos 3 meses sin sueldo? Pues no me queda otra que la excedencia ahora mismo, pero en mi caso, la excedencia mínima es de 2 años, la de 1 año solamente es si tienes hijos menores o una persona mayor a tu cargo, algo que no es mi situación.
Si a mí me llegan a decir comiéndome las uvas este 2020, que iba a vivir una pandemia que podría matarme, que viviría un confinamiento con mis cuñados que les pilló en mi casa que habían venido desde Argentina, que nunca podría despedirme de mi suegro quien falleció en pleno confinamiento y llevaba 8 años sin abrazar, y que me tendría que ver pidiéndome una excedencia de dos años en mi trabajo y pasar previamente 3 meses sin sueldo, me estaría riendo a carcajadas. Pero es la realidad, este año 2020 está siendo muy duro para todos y todas, cada uno/a con nuestras historias.
Pero esta es la realidad, este virus nos lo está haciendo pasar mal a todo el mundo, aún así tengo la esperanza de que cambie el mundo para bien, y que se haga justicia para que la administración dé teletrabajo a las personas que lo necesitan y más aún si estamos sobradamente preparados para teletrabajar. Que tengo que comenzar esta lucha cueste lo que cueste, lo haré, pero esto es un derecho que la Administración tiene que darnos.
No es descabellado pensar en el puesto de un teledocente, ya he visto cómo compañeros desbordados con la semipresencialidad, atendiendo a alumnado confinado, en vez de pasarnos a docentes online ese trabajo a nosotros, alumnado vulnerable obligado a ir presencialmente. ¿Pero qué sucede? ¿No se quiere ver más allá de la presencialidad?
En fin, desde aquí quería contaros mi situación, poneros al día. Yo ya he buscado todas las alternativas, he hecho todo, y no me queda más que poner mi caso en manos de un juez, y esperar, esperar a que la administración cumpla con los derechos del profesorado que tenemos una enfermedad vulnerable ante el COVID y les adapte su puesto de trabajo, algo que digo abiertamente desde aquí que no está haciendo. Y lo peor de todo, que al profesorado que le ha dado la razón, lo que hace es directamente darle de baja, no le ofrece teletrabajo. O sea, prefieren tener a docentes de baja a adaptarles el puesto de trabajo, esto es todo un sinsentido.
Desde aquí os quiero dar las gracias por vuestro apoyo. No soy la única con esta situación, que seguimos luchando, y yo al menos, no voy a bajar la guardia, aunque me esté costando el sueldo o incluso pedir la excedencia. No es fácil contar todo esto, pero tengo que hacerlo y darlo a conocer.
Aún así, seguiré compartiendo en mis redes, en este blog, porque ante todo, amo mi trabajo, y voy a luchar por seguir haciéndolo desde casa con mi situación. Me niego a aceptar una baja como solución a una realidad: el teletrabajo existe y hay que adaptar el puesto de trabajo a las personas vulnerables ante riesgo de muerte por COVID y al profesorado también. Muy triste por cómo está siendo tratado el profesorado en esta pandemia, y a todos y todas los que habéis estado a pie de aula este primer trimestre, tenéis mi admiración total. Gracias por estar ahí.
Puedes ver más entradas relacionadas con " Mi situación ante el COVID como profesora vulnerable " en RosaLiarte.com.